martes, 11 de marzo de 2014

Shadows over Betlam. Faces of Sentinel. (cap. 6)

Hoy puedo decir, sin temor a equivocarme, que la vida es maravillosa. ¿Quién podría decirme que encontraría el amor en la ciudad más oscura de la tierra? Pero por imposible que parezca, ha sucedido.
Elizabeth es una mujer fabulosa, aunque al principio me sentí diminuto al hablar con ella (y aunque lo negaré si me lo preguntáis, me sigo sintiendo igual cuando estoy con ella), pronto descubrí que es el pilar que mi vida necesitaba. Leonard cumplió a la perfección el papel de casamentero con ambos y organizó una cita: cena, una charla sobre literatura, y su sonrisa. Juro que cada vez que sonreía, la estancia se iluminaba.

Al principio, el alcalde Walford se sorprendió por nuestra relación, Leonard afirma que el hombre se insinuó en el pasado a Elizabeth pero le digo que no son más que rumores. Más tarde, el propio Walford se unía a nuestras cenas y no tardamos en mantener una cordial relación de amistad fuera de los despachos; mientras tanto, la construcción de las viviendas parroquiales está casi finalizada, como la de la propia base. Ahora me pregunto si no he malgastado el dinero de mi familia al construirla, ¿acaso volveré a ser el Centinela? Miro al pasado y recuerdo las noches en vela, las peleas, el terror al enfrentarme a los vampiros y a sus lacayos. Pero desde un tiempo a esta parte, la presencia de todos ellos se ha reducido hasta el punto de parecer ya una leyenda del pasado, un cuento que los niños se narran unos a otros para asustarse.

¿Y si el Centinela ya no vuelve a ser necesario? Desde luego, con Elizabeth a mi lado, eso no sería un problema. Esta misma noche pienso declararme, la llevaré al mismo lugar donde cenamos juntos la primera vez: un pequeño restaurante junto al puerto. Walford y su pareja, la joven artista betlamita, Calista Walker, como el propio Leonard, nos acompañarán; quiero que sean partícipes del momento más feliz de mi vida. Quiero que esta noche marque un antes y un después en la vida de Brian Wayland. ¿Es acaso egoísta por mi parte?

Betlam, 18 de agosto de 1862.

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