miércoles, 3 de julio de 2013

Shadows over Betlam. Faces of Sentinel. (cap. 5)

Durante estos meses, la presencia del Centinela en la ciudad se ha reducido. Principalmente porque los vampiros han ido abandonando, paulatinamente, las calles de Betlam. Leonard, el Padre Sanders y yo mismo hemos podido supervisar la construcción de las viviendas parroquiales; la base, a su vez, ha estado supervisada por el propio Leonard mientras yo he estado ocupando las mañanas en negociar nuevas adquisiciones de terrenos.

Nunca pensé que lo diría, pero no extraño al Centinela. Según Leonard, se me nota más feliz, con mejor aspecto, y mucho menos nervioso (que no sé hasta qué punto será cierto y no esté exagerando). Pero el caso es que esta mañana, cuando me he reunido con el alcalde Walford para hablar sobre los nuevos terrenos que quiero adquirir, por primera vez he mirado por la ventana y he deseado que los rayos de luz no dejaran de alumbrarme nunca. Ya no quiero ir corriendo a casa y esconderme en el sótano, vestirme como el Centinela y salir a cuidar de Betlam; pero la mejor parte del día ha sido cuando, al terminar la reunión con el alcalde, y estar a punto de salir, me he topado con su secretaria: la señorita Elizabeth Harris. Nunca había sentido aquella sensación tan extraña, noté que el tiempo se detenía cuando nuestras miradas se cruzaron, Walford nos presentó y abandoné, completamente hipnotizado, el despacho del alcalde.

Leonard estuvo durante toda la tarde riéndose de mi. ¿Acaso el poderoso Centinela ha caído a los pies de una dulce joven? Repetía una y otra vez, obviamente le ignoré pero algo dentro de mi tiraba hacia el recuerdo de aquella mujer. Cuando cayó la noche, tomé el manto del Centinela y decidí salir a la calle; por fortuna no encontré ningún vampiro (ni a ninguno de sus lacayos bebedores de sangre) amenazando Betlam, por lo que decidí recogerme pronto pero cuando me quise dar cuenta me encontré frente a la ventana del edificio donde vive Elizabeth. ¿Acaso la acechaba? No. Yo quiero creer que lo que hacía era velar por ella.

Betlam, 27 de junio de 1862.

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