miércoles, 10 de octubre de 2012

Crossroads. Sentinel. (cap. 8)


— ¡¡Joder!!

Fedora golpeó llena de ira el reposabrazos de su sillón, llevaba más de tres horas pegada a la pantalla y había encontrado la pista de Gorila pero, no sabía cómo, Hermano Ojo le había perdido. ¿Cómo puedes esconderte de un satélite espía? Bueno, seamos más concretos, ¿cómo puedes esconderte de un satélite espía cuando este tiene tu biofirma catalogada y órdenes explícitas de sólo seguirte a ti? No se le ocurría ninguna respuesta y la verdad, eso le incordiaba mucho. En ese momento llegaron Szilard Goldfield, el primero fue directamente a su taquilla y cogió la bata de laboratorio que siempre llevaba puesta y que, cuando en ocasiones como esta se la quitaba, guardaba con mimo colgada de una percha; Goldfield sin embargo notó su enfado.

— ¿Qué sucede?
 — Gorila, lo he perdido. —dijo Fedora bajando la mirada, como hacen los niños cuando se arrepienten de la trastada que han hecho.
— Perdido... dime exactamente qué ha pasado y cuánto hace que lo has perdido.

Goldfield acercó una silla para sentarse junto a la joven hacker, la pierna le estaba matando y estar de pie no ayudaba a que el dolor se le pasase. Fedora, jugueteando de vez en cuando con su flequillo mientras le relataba las tres últimas horas y cómo el satélite había tardado en cargar la firma biométrica de Gorila para después ponerle en pantalla.

— Vale, entonces Gorila estuvo dando vueltas por la ciudad, aparentemente sin rumbo. Y aquí —dijo señalando al mapa en pantalla— se dirige al Wilmington. Ahí se pierde la señal.

Goldfield se reclinó en la silla con la mirada puesta en la imagen que mostraba una vista aérea del cementerio Wilmington. Szilard llegó hasta donde se encontraban ellos y se quedó mirando también la pantalla.

— ¿Qué pasa? Os noto tensos.
— El satélite perdió hace unos minutos la señal de Gorila.
— ¡¡Juro que no apreté nada!! —Fedora aún temía que la culpa fuera suya.
— Reajusta los parámetros y codifica la señal entre 15 y 18.
— ¿Señal térmica? —Fedora estaba confusa— Pero las grabaciones no las hemos hecho con sistema térmico.
— El satélite graba a la vez en todos los modos, lo único es que siempre tendemos a utilizar las imágenes de vídeo normal. —Szilard conocía de memoria las especificaciones técnicas de aquel satélite, no obstante la matriz de IA que poseía Hermano Ojo había sido diseñada por él.

Mientras Fedora ajustaba los datos como le había comentado Szilard, Goldfield aprovechó para prepararse un café. Todos pasaban demasiado tiempo en la base como para no disponer de lo mínimo en comodidad y la cafetera era primordial, cuando estaba llenando la jarra Fedora dio un grito de alegría y al girarse vio la única imagen que le había podido arrancar una sonrisa en todo ese día, pues Fedora le daba un sonoro beso en el carrillo a Szilard el cual parecía sorprendido ante la situación; desde luego esa chica daba un soplo de aire fresco al equipo y eso era muy importante en el momento en el que se encontraban.

— ¡¡Le tengo!! Ahora podemos ver qué demonios pasó en realidad.

 Fedora pulsó el botón de Play y la grabación se puso en marcha, medio minuto después Goldfield le comentó que lo pusiera algo más rápido, no quería estar ahí tres horas. Y dicho y hecho, la grabación se puso a cuatro veces la velocidad normal, los tres contemplaban el transcurrir acelerado de las tres últimas horas de Gorila cuando por fin llegó el momento final. Fedora volvió a poner el vídeo en velocidad normal y siguieron viendo las imágenes, en ella la señal térmica de Gorila se reunía con otra persona en el cementerio y pasados unos minutos en pantalla sólo quedaba esta segunda señal térmica.

— ¿Qué coño ha pasado?
— Cuida es boca, niña. —Goldfield recriminó inconscientemente a Fedora mientras miraba absorto la pantalla— ¿Cómo es posible que la señal térmica de Gorila desapareciese de golpe?
— Sencillo: criogenia.

Ante esta respuesta de Szilard, Fedora y Goldfield quedaron en silencio.

— Espera —contestó Goldfiled escapando de sus divagaciones— ¿alguien tiene un rayo capaz de congelar gente?
— Lamentablemente, sí. Al menos es lo que parece, por la grabación. —pese al problema Szilard parecía demasiado tranquilo, mientras Fedora, aún en estado de shock, seguía mirando la pantalla— Si me das un par de minutos, te puedo indicar quiénes pueden tener acceso a una tecnología similar.
— Siento interrumpir este momento pero... —Fedora se giró hacia los dos hombres— si Gorila ha sido congelado, ¿no debería ir alguien a asegurarse de que ese cubito de hielo sigue allí?

Goldfield miró a la chica, ella se había percatado de algo que ni él ni Szilard habían tenido en cuenta. Cogiendo el teléfono móvil que guardaba en su pantalón pulsó varias teclas y esperó a que contestasen a su llamada, no habían sonado ni tres avisos de tono cuando una voz, ya familiar para él, contestaba al otro lado de la línea mientras él daba indicaciones a Fedora casi entre susurros.

— Moreno, te mando la furgoneta a recogerte. Tienes que hacer una visita al cementerio Wilmington, hay algo que tienes que ojear.

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