miércoles, 10 de octubre de 2012

Crossroads. Sentinel (cap. 22)


[Localización: cafetería cerca de Finger Park.]
[Hora: 10:26 A.M.]

— ¿De verdad? No quiero otro contratiempo como el del puente. —el hombre tenía un fuerte acento ruso.
— Te juro que está todo listo. —respondió el otro hombre con cierto temor en su voz.
— Si esta noche tenemos algún problema... —acabó la frase con un movimiento de su mano, simulando cortar el cuello con su pulgar.

Eso le bastaba a la detective Moreno. Miró a su compañero, que estaba sentado en el asiento del conductor y asintió. Apagó la antena omnidireccional y paró la grabación, tenían las pruebas suficientes para encerrar a Piotr de por vida. Sospechaban que el incidente del puente de la semana pasada, donde murieron varias personas por los ataques de El Tiburón y el intento de fuga de Leónidas, había sido orquestado por aquel hombre: Piotr Duriesti, un ex militar de la época de la Guerra Fría que desertó del servicio para montar su propio operativo mercenario a nivel global.

Aterrizó en Betlam hará ya dos años y, aunque el Departamento de Policía sabe que tiene las manos manchadas con muchos casos que no han podido resolver, no han sido capaces de incriminarlo en ninguno. Pero ahora eso cambiaba con aquella grabación, Moreno metería entre rejas a ese malnacido y nada se lo iba a impedir. Suficientemente malo había sido todo lo que hizo en el pasado, pero saber que el ataque al puente había sido también orquestado por él, eso le hacía cabrearse aún más.

[Localización: torre Wayland.]
[Hora: 10:26 A.M.]

— Señor, acaba de llegar el camión de la empresa de cátering.
— Muy bien, avisa a Rudy y dile que lo deje todo listo. Esta noche tiene que ser perfecta.

El joven ayudante dejó a Michael atrás. Esa misma noche se celebraba la inauguración de la Torre Wayland, en la que se presentaría un proyecto que intentaba revolucionar la producción de energía del planeta y convertir a la ciudad de Betlam en la primera que contase con un edificio 100% autosostenible. Michael era el encargado de que todo saliera de forma correcta, los invitados comenzarían a llegar a las 17:00 y no quería que nada quedase en el aire.

Sacó su smartphone y repasó la agenda una vez más, comprobó la lista de invitados, las empresas que llegarían para terminar de organizar las cosas y marchó hacia su despacho. El ascensor tenía la típica música ambiental que se te mete en la cabeza y eres incapaz de olvidar en todo el día, así le ocurrió a Michael que cuando entró en su despacho y se sentó para pasar las notas a limpio seguía tarareando la canción.

[Localización: asilo Dunwych]
[Hora: 10:26 A.M.]

Los pasillos del asilo estaban en silencio, la mayoría de los internos, aquellos que gozaban de libertad de movimiento por su bajo perfil de peligro, estaban reunidos en el comedor. Como cada mañana, un cuenco con cereales, leche y fruta era su desayuno. Hoy el tema de conversación era el mismo: la actuación del Centinela en el puente que une las zonas de Bayonne y South Beach, donde se enfrentó a Leónidas y al Tiburón, evitando la fuga del primero y deteniendo el asalto a un camión blindado del segundo. Ahora, aquellos dos villanos estaban de nuevo entre rejas, el primero en una de las zonas de máxima seguridad del asilo, mientras el otro cogía del mostrador su ración de desayuno. Todas las miradas se posaban en él, los cuchicheos que hablaban sobre lo sucedido se detenían cuando pasaba cerca de las mesas. Fue hasta un banco que había al fondo de la mesa más alejada de la entrada y se sentó allí, solo.


Llevaba un rato comiendo cuando dos hombres se acercaron a él, uno de ellos se sentó al lado suyo mientras que el otro se quedaba apartado un par de pasos, en un claro gesto de amenaza. El hombre que estaba sentado cogió el cuenco del Tiburón y lo apartó al otro extremo de la mesa. Éste, con la cuchara aún de la mano, estaba tranquilo.


— Así que eres el pescadito que fue pillado por el Centinela. Pareces mucho más fiero en televisión. —su compañero se rió, recordando a un gorila en celo.— Pero creo que lo que eres, es un mierda. Un mierda que no es capaz de hacer nada que no sea asaltar barquitos en el agua. ¿De pequeño jugabas con tus patitos en la bañera?


El hombre que estaba de pie seguía riéndose ante las bromas de su compañero. El Tiburón, mientras tanto, seguía sujetando la cuchara con su mano derecha pero fijándose en eso mismo, alguien observador vería los nudillos blancos por la fuerza que ejercía. De pronto, con gran velocidad, el Tiburón cogió de la nuca al hombre que estaba sentado a su  lado y estrelló su cabeza contra la mesa, se levantó sin soltar la presa y le asestó una potente patada al hombre que estaba de pie, partiéndole varias costillas por el impacto. Tras eso, en los pocos segundos que pasaron, y a pesar del esfuerzo de los guardas por llegar hasta él, El Tiburón le sacó, ayudándose de la cuchara, el ojo izquierdo a aquel desconocido que le había insultado. Los guardas, cuando apartaron a los internos que se congregaban alrededor de la escena, redujeron al Tiburón y le llevaron a la zona de máxima seguridad, mientras el equipo sanitario intentaba evitar la muerte del otro interno.

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