miércoles, 10 de octubre de 2012

Crossroads. Sentinel. (cap. 17)


— Toma, bebe esto.

Fedora le tendió un té a la joven que temblaba y lloraba desconsoladamente. Goldfield hablaba con Szilard varios metros por detrás de ellas, el primero gesticulaba señalando varias veces hacia ellas mientras que el anciano trataba de calmarle.

— Créeme si te digo que eres la última persona que esperaba encontrarme hoy.
— Yo... lo siento. De verdad siento que estemos así. —decía entre lágrimas.
— Sshh. Calla tonta. —Fedora consolaba a la joven, que había dejado la máscara de su uniforme en la consola que había junto a ellas.

— ¡No! ¡No pienso volver a arriesgar la vida de nadie que no haya aprendido algo de disciplina!

La voz de Goldfield resonó por toda la sala, Szilard se había rendido a la evidencia de que no podría convencer a su amigo sobre el tema. Cojeando, Goldfield se acercó hasta las chicas.

— Cuando te dije que no volvieras a vestir ese uniforme, lo dije en serio. Aquella vez pusiste en peligro muchas vidas y no creo que hayas aprendido la lección.
— No se me olvida aquello y sí, he aprendido y de sobra el cómo actuar. —al oir a la joven, Fedora se dejó caer en su silla y se apartó de ellos con una mirada atónita en su rostro.
— ¿Y cómo voy a creerte si no eres siquiera capaz de comentarme que vas a volver a las calles? —el tono de Goldfield era cada vez más alto, su enfado era palpable.

De pronto la joven se levantó de la silla y acercándose a Goldfield, sin apartar la mirada, quedó unos segundos en silencio. Szilard se temía lo peor, ya había visto algo parecido cuando Troy dejó el equipo y sabía que una discusión así terminaría afectando a las bases del equipo.

— Mira, se que cometí un error. Se que desobedecía órdenes y actué impulsivamente; y también se que debería haberte comentado mi vuelta a las calles. Lo se; pero tienes que confiar en mi, tienes que entender que las cosas no son como cuando vestí el traje por primera vez. Se que la vida es sucia, dura y no terminas siempre sonriendo cuando las luces se apagan; he llorado y mucho, pero también me he sobrepuesto a aquello. —relajó su postura en un gesto de tranquilidad, parecía que la tensión iba desvaneciéndose aunque Goldfield no había pestañeado mientras la joven decía todo aquello— Con esta situación, y la muerte de Troy, Betlam City está desatendida, desprotegida. ¿Me acusas además de no avisarte cuando tú has decidido confiar la protección de la ciudad a una desconocida?
— Esa desconocida, es disciplinada. —le cortó Goldfield.
— ¡¡Esa mujer no sabe lo que es vigilar cada calle!! ¡¡No tiene ni idea de lo que es pasar las horas pendiente de que nadie sufra daño!!
— ¡Está más preparada que tú!

De nuevo el silencio. Aquel ataque de Goldfield había sido como un mazo golpeando un cristal, los ojos de la chica se abrieron como platos y su boca quedó entreabierta en un gesto de incredulidad. Cerró los labios y apretó los puños, "no lo hagas" pensaban Fedora y Szilard quienes permanecían al margen de aquella discusión.

— Perdona. No tengo derecho a decirte eso.

La respuesta de Goldfield pilló desprevenidos a todos.

— ¿Cómo? —fue lo único que la joven fue capaz de articular.
— Lo que has oido, que no tengo derecho a decirte que está mejor preparada que tú. Te he visto entrenar, te he visto en acción y salvo tu problema con la autoridad, eres de lo mejor que ha pasado por este equipo. Si me dices que has cambiado, que sabes responder a lo que te pida, entonces no tengo que cuestionar nada. Siempre ha habido un hueco en este equipo para ti, desde que te dije que te fueras y si lo hice fue para que madurases.
 Lo he hecho. —en ese momento todas las alarmas de la base se activaron, Fedora se giró en la silla y comenzó a pasar datos por las pantallas.
— ¡Gente, tenemos múltiples avisos por toda la ciudad! Tengo atracos, peleas de bandas, algún secuestro... vamos, para elegir.

Goldfield, tras mirar las pantallas se giró hacia la joven que estaba junto a él. La miró a los ojos y sonrió:
— Ve, la ciudad necesita ser cuidada.

La chica asintió con una sonrisa, tomó la máscara que había dejado antes y se la puso. Se ciñó el cinturón y salió corriendo de la base mientras Fedora tecleaba a toda velocidad, de pronto en la pantalla apareción un nuevo icono indicando la posición de la joven, y bajo ese icono el nombre en clave que la identificaba: Lynx.

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